Es de origen italiano, pero se ha hecho popular en todo el mundo como una entrada refrescante y deliciosa cuando empieza a hacer calor; hablamos del melón con jamón, una combinación verdaderamente conseguida si se toman ciertas precauciones.
El melón es una fruta de origen incierto... pero antiquísimo. Procedería de Asia, según unos, o de África, dicen otros. Lo cierto es que es apreciado desde hace mucho tiempo, como demuestra un vaso procedente de Alejandría, del siglo I a.C., hoy en el Museo del Louvre, en el que aparece un cuerno de la abundancia repleto de frutas, entre ellas varios melones. Y hay testimonios, también, en algunas tumbas egipcias. En la Roma imperial, los melones eran más bien pequeños, algo así como una naranja grande, por lo que no hay que asustarse si se lee que algún emperador tomaba diez melones en el desayuno. Su combinación con el jamón es de origen italiano. En principio, se utilizarían melones de la variedad Cantelupo, que procede de una propiedad papal de ese nombre en Italia, donde llegaron estos melones, que procedían de Armenia. De ahí pasaron a Aviñón y a la huerta angevina, donde se afrancesó su nombre en Canteloup. Es un melón dulcísimo y muy perfumado, no grande, de corteza verde amarillenta con líneas verde oscuras y carne anaranjada. |
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Ingredientes:
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Melón
Jamón ibérico |
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Preparación:
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1. Cortar el melón transversalmente y quitar la piel a las cortadas.
2. Servir en una fuente las cortadas de melón junto al jamón. |